DESAPARICIÓN FORZADA UNA NUEVA FORMA DE MATAR
*No deja huella, ni ocupa desgaste de las autoridades investigadoras
*Los índices de violencia actuales son los mismos de siempre, antes los ocultaban debajo de la alfombra.
Imagen Sinaloa.- La Desaparición Forzada es una nueva forma de matar sin dejar huella, esta modalidad, entró en operación a raíz de la puesta en marcha de la Iniciativa Mérida, la razón exterminar sin que corriera sangre en las calles, dicho de otra manera algo parecido a barrer la basura y esconderla debajo de la alfombra o del tapete.
En México la lucha por el control del poder en la distribución y trasiego de droga, en especial Marihuana y Cocaína, se empezó a encrudecer desde la detención del capo de capos, Miguel Ángel Félix Gallardo, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco en la plenitud del gobierno Salinista, que trajo como consecuencia la división y pleito entre los Hermanos Arellano Félix y por otro lado Héctor “Güero” Palma y el Chapo Guzmán, así como el desprendimiento de “otros” personajes como Amado Carrillo “El Señor de los Cielos”, entre muchos más que fueron construyendo sus organizaciones y apropiándose de territorios a sangre y fuego, que antes estaban perfectamente distribuidos, la detención del ex policía judicial del estado de Sinaloa, que logró alcanzar el mando total, pero que sin embargo Carlos Salinas ordenara su aprehensión, desarticuló y por consecuencia fragmentó en varios grupos el negocio de los narcóticos en el país, en ese entonces empezaba a correr la sangre en las calles de Guadalajara, Ciudad Juárez, así como en los estados de Tamaulipas, Michoacán, Sonora, Sinaloa, Baja California Norte, entre algunos más, pues el pleito entre grupos ocasionaba asesinar a los rivales, en estos años de los inicios de los años noventa, las ejecuciones era entre los narcotraficantes, la situación se reducía solo a ellos, sin dejar de señalar que la nota roja de los periódicos, noticieros y radio, si inquietaban a la población, por eventos sangrientos de alto impacto como el crimen del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, perpetrado en una mega balacera en el aeropuerto de Guadalajara, noticia que alcanzó titulares internacionales, pero que de cualquier manera el estado mexicano tenía el control de esas organizaciones criminales, le alcanzaba para negociar ciertas medidas para calmar sus pleitos.
Nada es para siempre…
El poder se acaba, eso ocurrió a Salinas, su administración terminó y llegó la “Democracia”, el cambio que esperaban los mexicanos, los primeros meses de Vicente Fox Quezada, como Presidente de la República, generaba expectativas positivas en muchos sentidos y temas, más en el de la seguridad, pero, los que apostaron a la democracia se equivocaron, Fox falló a la gente, no era lo mismo administrar la empresa Coca Cola, que conducir de manera exitosa un país, eso quedó más que claro, fue desastroso el deterioro que sufrieron los mexicanos en materia de seguridad, la sangre seguía corriendo por las calles.
A la llegada de Felipe Calderón Hinojosa, el presidente dio muestras de gustarle jugarle a la Guerra, con un perfil bélico a todas luces, su prioridad y el discurso durante su gestión fue el de la violencia, pero vamos al punto, se dejó manipular por los intereses extranjeros en específico por los Estados Unidos, a quienes les urgía la reforma energética para poder accesar al recurso petrolero mexicano, a cambio de esa aprobación legislativa, que por cierto no la pudo sacar, los EU, se ofrecieron en apoyar a México en la lucha contra el narcotráfico, por lo que hicieron y presionaron al gobierno federal para que firmara la Iniciativa Mérida, que no es otra cosa más que un tratado internacional “establecido” por los Estados Unidos en “acuerdo” con México, para combatir el Crimen Organizado, condicionado a que México incluso cambiara su sistema penal, ese era el atractivo, más aún cuando Calderón fue seducido por la valiosa cooperación estadounidense de alrededor de sesenta y cinco millones de dólares, unos 21 helicópteros chatarra y cuatro aviones de desecho de guerra, entre las instrucciones gabachas no escritas, esas ya fueron ordenes al “oído”, tajantes y directas, fue la de instruir un mando “único” en las policías, es decir un jefe nacional y 32 jefes estatales, que a su vez controlaran todas las policías municipales, el plan se ejecutó tal y como fue planteado, aunque no legalizado por el congreso, funcionó de facto, luego con el acercamiento a ciertos grupos criminales se les ordenó que ya no mataran gente en las calles o lugares públicos, que iban a contar con la colaboración de las policías para ubicar a los “enemigos”, detenerlos y entregarlos a los Cárteles para que éstos los “desaparecieran”, algunas veces las municipales desaparecían de manera directa, se conformaron dentro de las corporaciones grupos compactos a los que denominaron grupos GOTTE en todo el país, o más bien dicho en las ciudades donde operaban los narcos aliados del gobierno, entonces, efectivamente los “índices” de violencia en homicidios dolosos bajaron drásticamente, los homicidios se redujeron sustancialmente, la nota roja de la prensa ya no estilaba sangre.
Pero, el fenómeno de la desaparición de personas empezó, el fantasma de las desapariciones rondaba las calles de las ciudades, colonias, ejidos, comunidades, para finales del gobierno de Calderón, las víctimas eran gente que andaba involucrada en esos asuntos de las drogas. vendedores, viciosos y jefes de plazas.
Una nueva presidencia, una nueva esperanza de mejorar la seguridad, llegó Enrique Peña Nieto y pasó lo mismo o peor, se descontroló la inseguridad, digo, pues ya seguridad de plano no había, antes la inseguridad estaba de cualquier forma controlada, solapada y autorizada, a Peña se le salió de las manos, pero hay que reconocerle un detalle, fue el único que reconoció la existencia de desaparecidos, que los presidentes anteriores negaron y lo calificaban como hechos aislados, le puso a los primeros la cantidad de 26 mil personas desaparecidas en México, con él se agravó la situación, el oficio de desaparecer personas se hizo común, los policías que antes recibían la orden “levanten” a tal o cual, ya levantaban gente a granel, por su cuenta, pero ya no nada más a los involucrados en cuestiones ilícitas de drogas, no, ya levantaban para acabar con los raterillos, para no lidiar con investigaciones de delitos, ejercían tanto poder que realizaban ejecuciones extrajudiciales como les llaman, detenían, interrogaban, mataban y enterraban. Pero, el descontrol llegó a tal grado que a la fecha hoy en día, desaparecen personas por nada, un joven que tenga un pariente sicario le dice: “fulanito me quitó la novia”, ¡desaparécelo!, ¿dónde vive? Y zaz ¡cachacuaz!; “que fulano me pidió prestado dinero y no me ha pagado”, ¡Desaparécelo!; “que me gusta esa mujer”, pero está casada, tiene marido, no hay problema ¡Desaparécelo!; “se me antoja este niño”, levántalo úsalo y ¡Desaparécelo!; “oye, necesitamos un riñón de bebé, no hay problema, róbatelo, quítaselo y ¡Desaparécelo!; así de crudo, así de cabrón el tema, que para tapar el sol con el dedo los gobiernos inventaron las comisiones de Búsqueda de Desaparecidos, para calmar ansias ciudadanas, no hay resultados, púes las desapariciones de personas siguen, es más van en aumento en todo el país, aunque para algunas organizaciones criminales no alineadas con el gobierno están optando y regresaron al modo antiguo, al modo de ejecuciones callejeras, por eso hay la percepción que la violencia está en aumento al arribo a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, es una idea equivocada, lo que sucede que ahora algunos han decidido actuar de frente, a los narcotraficantes les gusta la sangre, porque solo así intimidan al adversario, sembrando el terror, es por eso la falsa percepción de que la inseguridad aumentó, óptica equivocada, pues el presidente no quiere convertirse en un ente bélico, o comprar guerras ajenas, el mismo número de muertos se ha mantenido desde el sexenio de Vicente Fox hasta el día de hoy, que Usted nos lee, nada más que antes los datos y los hechos, los gobiernos anteriores los barrían y la basura la escondían bajo la alfombra, ahora no.
Pero mientras tanto, las desapariciones forzadas, continúan, son una nueva forma de matar sin dejar huella, no hay investigaciones, no hay necesidad de peritos, no hay búsquedas, no hay absolutamente nada, solo atole con el dedo.
Otro de los aspectos que es importante destacar, es que la prensa no da cuenta de las denuncias o desapariciones diarias de personas, tal vez por miedo o por complicidad, más seguro lo primero, pero sí, en las redes sociales como Facebook, se da cuenta de la constante de este flagelo, no hay familia que no tenga un desparecido, o que alguien no conozca a vecino con desaparecido, parientes, etc., se estima que no existe persona que no sepa de algún conocido desaparecido o a alguien con desaparecido, esa encuesta en realidad es alarmante.
Solo un diez por ciento de la población no ha tenido conocimiento de cerca del problema de desapariciones forzadas de personas, espantosamente la sociedad se acostumbró a saber y callar, es como una ruleta rusa, a ver a quien le toca esta semana, así las cosas.
Solo por necesidad, se conformaron colectivos de personas para búsquedas de desaparecidos y la verdad, son muy pocas las familias o madres que se atreven a buscar a sus hijos o familiares, hay colectivos muy chicos, en Sinaloa son 9, con muy poca participación, cuando se reportan casi cinco mil desaparecidos, más de dos mil oficialmente reconocidos por las autoridades y tres mil a más sin denunciar, cuando los nueve colectivos no aglutinan entre todos ni siquiera las doscientas personas activas en la búsqueda, sin embargo, son éstas las que han encontrado casi seiscientos cuerpos en fosas clandestinas desde el año 2015.