LO QUE ECHEVERRÍA HIZO PARA SER PRESIDENTE

Gustavo Díaz Ordaz se decía presidente rudo, pero la verdad le comieron el mandado, a la mitad de su sexenio el equipo político se le desquebrajó en sus propias manos, no tuvo la inteligencia ni el carácter para poner a sus Secretarios en su lugar, o bien, para sustituirlos de gabinete.
A Díaz Ordaz, lo engañaban desde su círculo más cercano, a muchos fuegos, por un lado Emilio Martínez Manatou quien era el Secretario de la Presidencia; luego Alfonso Corona del Rosal, quien después de pertenecer al gabinete relevo al Regente del Departamento del Distrito Federal, desde esa posición peleaba resultar elegido candidato a la presidencia, pero en el tercer grupo estaba el sumiso y hasta entonces bien portado Luis Echeverría Alvarez, Secretario de Gobernación, opacado y servil, todo al sí señor, lo que usted ordene señor, etc.,pero con Echeverría trabajaba bajo sus ordenes nada más y nada menos que Fernando Gutiérrez Barrios, era el director de la incipiente Dirección Federal de Seguridad DFS, que dependía de la Segob.
Era tan innecesaria esa corporación de espionaje, que estuvieron a punto de desaparecerla por recomendación del Regente General Corona del Rosal, pues era un lastre y estorbo para la Procuraduría de Justicia del DF, entorpecían investigaciones de todo tipo, antes de la mitad del sexenio de GDO, no era tan conocida esa Policía mucho menos peligrosa, nadie le temía, solo operaba en la ciudad de México con un puñado de agentes.
Cuando Fernando Gutiérrez Barrios, se entera de que le van a cerrar el changarro, y que quien se lo quiere clausurar es el señor regente, piensa, se le ocurre una estrategia defensiva, de cantarle al oído a su jefe el Titular de Gobernación, el General tenía todas la confianza y agrado de Díaz Ordaz, había que quitarlo del camino al costo que fuera, fue Gutiérrez Barrios el que organizó, armó, provocó y financió por un lado el levantamiento estudiantil, pero igual por el otro, la necesidad de reprimir ese movimiento de insurrección comunista de los universitarios, bajo el argumento que ponía en peligro la estabilidad del gobierno y desde luego las anheladas olimpiadas de Díaz Ordaz, muy perverso el juego de Gutiérrez Barrios, pero autorizado por Luis Echeverría a espaldas de su jefe el presidente.
Díaz Ordaz, en 1967 y 1968, solo tenía ojos para lo que era su obra sexenal más importante, las olimpiadas del 68, que la mayoría de los juegos olímpicos y competencias se llevarían a cabo en la capital, la ciudad gobernada por el más grande rival de Echeverría, por lo tanto había que hacerlo quedar mal, que la culpa cayera sobre su cabeza, se requería de un hecho que fuera criminalizado por todo un país, responsable y culpable, que al presidente no le quedara ninguna opción para salvarlo.
Fue tan grande la perversidad, la maldad, que para amarrar la sucesión presidencial Echeverría, pero en especial Gutiérrez Barrios, crearon el conflicto y con información ambigua le mintieron al presidente a quien convencieron que era necesario la intervención militar y de la policía de la ciudad capital, para que resguardaran la protesta del 2 de octubre de 1968, anunciada en Tlatelolco, como el miedo de que a consecuencia de disturbios, detenciones de estudiantes, intromisión del ejército en la Universidad Nacional Autónoma de México, en días previos, tanto Díaz Ordaz como Corona del Rosal, cayeron en la trampa, la excusa salvar las olimpiadas.
El 2 de octubre de ese año, agentes de la DFS, asesinaron a militares y estudiantes, provocaron el caos y la matanza ya conocida, muchos muertos y desaparecidos, a partir de ese momento la DFS se empoderó, pasadas las olimpiadas y asumiendo la responsabilidad política el presidente ante el congreso de la Unión, la responsabilidad pública y social fue remitida como resultado proyectado para Corona del Rosal, entonces Luis Echeverría se convirtió en el sucesor de Díaz Ordaz, gobernó México de 1970 a 1976, con las manos manchadas de sangre, con muchos muertos en su conciencia, y nadie procesado ni encarcelado por los trágicos hechos, genocidio que él asestó para poder ser presidente.
Desde entonces, Gutiérrez Barrios, se convirtió en el Duque de Otranto del sistema presidencialista mexicano, y la sospecha posterior alcanzó hasta su muerte a Luis Echeverría Alvarez.