“Las sombras del Mal”
Othón Cortez
*La historia más vergonzosa de la Justicia mexicana
*El hombre al que la tortura nunca lo doblegó
*Pablo Chapa Bezanilla lo estigmatizó como el “segundo tirador” en el caso Colosio.
Carlos Valle Saracho
IMAGEN SINALOA.- (Especial). Tijuana Baja California. La historia comienza cuando un hombre levanta la mano, casi con un grito ante más de mil personas, en el auditorio del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, ¡Sí, Protesto!
Era el momento en que Luis Donaldo Colosio Murrieta, se convertía en el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, el favorito del entonces presidente de México Carlos Salinas de Gortari, ante la algarabía de muchas personas, entre ellas su Secretario Particular, el ahora Secretario de Seguridad Pública Federal, Licenciado Alfonso Durazo Montaño.
La llamada…
Aunque desde hacía meses el presidente Salinas, sostuvo innumerables platicas con su Secretario de Desarrollo Social, en las que seguramente ventilaron la posibilidad de que sería el sucesor, el nuevo presidente de México, siempre como una especie de ritual en ese presidencialismo absoluto, se cumplía con la famosa llamada. En casa de los Colosio Riojas, suena el teléfono: – Buenas Noches, ¿Licenciado Colosio?, Sí, permítame le pongo al Presidente, -A la orden Señor Presidente, dijo Colosio, – Prepárate, mañana acudes a tomar protesta al PRI, eres el candidato, decía Salinas.
Para esas horas, tocaron la puerta de la casa, se trataba nada más y nada menos que del General Domiro García Reyes, acompañado de un grupo de integrantes del Estado Mayor Presidencial, quienes prácticamente tomaron por asalto la casa de la familia. “De hoy en adelante seré su Jefe de Seguridad y Logística”, le comunicaba el militar a Colosio.
Posteriormente los días pasaron y la campaña arrancaba, con idas y venidas, con altibajos, sobresaltos, preocupaciones, golpeteos, su tiempo corto no fue nada fácil. Lo demás ya es conocido por todos.
La mentada llamada, siempre transforma vidas, para bien o para mal, el poder es peligroso, pierde y pervierte a las personas, el poder genera sangre, ningún gobernante se salva de tener completamente limpias las manos de sangre, en este caso, la llamada fue maldita.
Destruyó la familia Colosio Riojas.
En Tijuana…
Desde años atrás, muchos antes de 1994, una familia humilde conformada por un matrimonio joven, con niños chicos, luchaba por sobrevivir, Vivian en un barrio pobre de la ciudad de Tijuana, sorteando el día a día, el padre de familia quien trabajó de todo, lava carros, taxista, mandadero, decide por su inquietud acercarse al PRI local, donde poco a poco se ganó la confianza de sus directivos, fueron muchas horas, días, semanas y meses, años, de colaboración sin paga, era priísta de “hueso colorado”, así igual que en Mochis, mi querido amigo Jorge Carreto González, pegaba carteles se usaba mucho en ese entonces, en las palmeras, postes y paredes, volanteaban, lo que más esperaban y con gusto extremo hacían era acudir a los mítines del partido y sus distintos candidatos, para los militantes de esa categoría, los mejores tiempos, era los de las campañas electorales, corría por sus venas sangre y adrenalina, en verdad éste tipo de gente se desgarraba la camiseta por su partido.
Al paso del tiempo, se convirtió en Chofer del Comité Municipal del Partido Revolucionario Institucional en Tijuana, así conoció muchos políticos y en especial, a Luis Donaldo Colosio.
Centrándonos en la familia que describo, el padre de familia, humilde y de trato sencillo, servicial, colaborador, simpático, amable, tenía un nombre, se trata de Othón Cortez Vázquez, quien en muchas ocasiones se prestaba a ser chofer de varios políticos estatales y locales, hasta que tuvo la oportunidad o desgracia, de que le pidieran atendiera y le manejara la camioneta al Senador de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, cuando visitaba Tijuana, fueron muchas veces, el trato se consolido en una amistad cercana entre Colosio y Othón. ¿Cómo está mi Oaxaquita? Le decía cada vez que se encontraban, durante su tiempo de Senador, después como titular de la SEDESOL, siempre que pisaba Baja California, el conductor de la camioneta asignada donde viajaba era Othón, siempre.
Los Resultados de la Injusticia y de la infamia…
Ya para principios de Marzo de 1994, la campaña y su candidato presidencial, estaban condenados, los rumores de que Colosio debía renunciar a la candidatura se consolidaban, las especulaciones de que no iba a darles el gusto también, no renunciaría, de que el presidente no se animaba a pedírsela, pero que si no lo hacía por voluntad propia, lo matarían, era ya de conocimiento público, se decía en los cafés, que si lo iban a matar en Sinaloa, Baja California Sur o en Tijuana, ya como para el día 17, era más fuerte la especulación, algunos se atrevieron a decir que en Sinaloa, no aceptó el gobernador, en Sinaloa querían, para echarle la culpa al narcotráfico, pero al final se descartó el estado, pero sin embargo, la gira no fue suspendida, el coordinador general de la misma, el licenciado Ernesto Zedillo, agendaba eventos y “delineaba” lugares a visitar, desde esos momentos asechaba como zopilote al infortunado candidato.
El nerviosismo y la preocupación reinaban en el equipo cercano a Colosio. Un candidato preocupado, con temor, pero nunca cedió a presiones, tal vez no dimensionó el peligro que lo asechaba, a veces pienso que nadie cuerdo en sus cabales, pondría su vida en riesgo por una presidencia de la república, quien sabe, lo que sí, es que en su mente no estaba la opción de la renuncia, o a lo mejor esperaba la llamada de Salinas, que nunca llegó, o mejor aún, ya Colosio estaba condenado, abandonado y más solo que nunca, un día antes o dos, el presidenciable convivía con los políticos de Culiacán en el Hotel Ejecutivo, ubicado en Obregón y Madero, a escasos trescientos metros del Comité Directivo Estatal del PRI.
Día 24, llegó Colosio a Tijuana, en esta ocasión Othón, no fue el chofer, pero sí se le pegó a la comitiva cercana y al candidato, eran amigos, por la tarde en el mitin, en Lomas Taurinas, maldito lugar escogido por Ernesto Zedillo, se ejecutaba la operación de la muerte, el complot se iniciaba, los resultados son bastante conocidos para los mexicanos, disparo a la cabeza, acabaron con la existencia del candidato, quien murió prácticamente en el lugar, la agresión así como las heridas eran mortales por necesidad, aunque el cuerpo físico se resistía a morir, lo trasladaron al hospital, para ya entrada la tarde, cuando se empieza a decir buenas noches, declaran a Luis Donaldo Colosio Murrieta, oficialmente muerto, muerta también la esperanza de muchos mexicanos, la de Othón sobre todo, pero lo que me gustaría destacar es, que también moría junto con Colosio, la tranquilidad de muchas familias incluyendo la de él, junto con su muerte, ocasionarían la muerte “dominó” de otras personas, en secuencia, como debe de ser en homicidios derivados de un complot, primeramente borrar del mapa a los autores materiales, a los que saben de más, a los metiches, a los que investigan como lo fue el caso del jefe de la policía de Tijuana.
Como si se tratara de una leyenda urbana, la gente dice, después de la tarde en que asesinaron a Colosio, aparecieron varios muertos en diferentes partes de la ciudad, sin identificar y en raras circunstancias.
Las investigaciones…
Salinas, nombra a petición de Diana Laura Riojas a Miguel Montes, su labor desilusionó a la Viuda, que empezaba a sufrir los estragos de su enfermedad, entraba a la etapa final del cáncer, pero no le bajó ni mermó el coraje y autoestima, reclamó de “madre” a arriba a Montes, toda la acción ruin que desplegó para enredar el caso. Diana Laura murió, dejando para siempre un pendiente que le atornillará el cerebro hasta sus últimos días, al ex fiscal especial.
Luego de Montes, vinieron otros fiscales, para cuando el coordinador de campaña de Colosio, quien por cierto “casualmente” no lo acompaño a Lomas Taurinas, pero que fue el gran beneficiado de la muerte del infortunado candidato, se convirtió en presidente de los mexicanos, nombrara un nuevo fiscal a su modo, porque le urgía terminar con el caso, cerrarlo definitivamente, era su prioridad, llamó a Pablo Chapa Bezanilla, éste más que un policía investigador, o un fiscal con intenciones de esclarecer, pareciera fue contratado para armar una película, un libreto de fantasías policiacas, con repartos estelares que requirió la contratación de “Brujas”, de esas que adivinan pasado, presente y futuro, charlatanas pues, para montar el espectáculo mediático, que iba a ser replicado por las televisoras de alcance nacional, recordemos que en ese tiempo lo que decían en la Televisión era y se consideraba la verdad.
Para en ese entonces, a parte del asesinato de Colosio, se acumularon dos más, el del Cardenal Posadas Ocampo y el de José Francisco Ruiz Massieu, este último quien fuera padre de la hoy presidenta nacional del PRI.
Pero, este artículo no ocupa los dos homicidios de posadas y de Ruiz, solo el de Colosio, Chapa Bezanilla, ideó, diseño un plan para darle satisfacción a su Jefe el presidente Zedillo, entonces “armó” una teoría del caso, basada en el complot, teoría por cierto que asegura quien esto escribe, sí hay complot, pero los que complotaron nunca fueron sentados a rendir sus declaraciones, pero se sabe que son de la alta alcurnia política de México, de los que se les conoce como de cuello blanco, sea como sea, teniendo todo el poder a su disposición, dinero a manos llenas, todo el aparato persecutor del estado, con amplias facultades, Chapa llegó a tener igual poder que el Procurador Lozano Gracia, quizá hasta más influencia con Zedillo, a tal grado, que a los once meses del homicidio de Lomas Taurinas, y un mes y medio de designado fiscal especial, en una acción espectacular ante medios de comunicación serviles al gobierno, anunciaba la detención de Othón Cortez, como el responsable de efectuar el segundo disparo contra la víctima que en vida respondiera al nombre de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
La detención…
Fue en una de las avenidas cercanas a su casa, según me dijo la joven señora, que en ese entonces era una niña de seis años de edad, “íbamos toda la familia en el carro de mi papá, nos pararon porque nos atravesaron varios carros, de los que se bajaron varias personas y se llevaron a mi papá, ahí nos dejaron a mi mamá y a mis dos hermanos”.
Othón Cortez, en entrevista exclusiva con Imagen Sinaloa, dijo que jamás se imaginó que viviría esa horrible pesadilla, nunca pasó por su mente que iba a ser inculpado por el homicidio del licenciado Colosio, es más, nos contó que esa tarde estuvo en el mitin acompañando siempre de cerca a su Patrón como él lo llamaba, “caminé junto a él, cuando le pegaron el balazo me salpicó de sangre” señaló Cortez.
“Estuve en el hospital hasta que declararon oficialmente su muerte, cuando sacaron al licenciado del hospital ya en el ataúd, escolté la carroza al aeropuerto, manejé la camioneta para guiar la carroza, de copiloto iba el General Domiro García, el solo recordar me llena de indignación y tristeza, el Jefe Colosio era un buen hombre”, dijo categórico, Othón.
¿Qué hiciste durante el tiempo desde que mataron a Colosio y el momento de tu detención?
Con la mirada fija al periodista, mirando a los ojos, pero a la vez, puede uno percatarse de que a pesar de que te está mirando de frente, como que si da la sensación que su mirada es hacía dentro de su propia persona, como que si se hundiera en sus recuerdos, como que si su memoria lo devolviera en el túnel del tiempo a ese 24 de marzo de 1994, su alma se esfuma y su cuerpo queda unos segundos ante el entrevistador, luego regresa a la realidad, a la sala del hotel Lucerna, y entonces, solo hasta entonces reacciona, de manera expresiva contesta la pregunta, “Yo quería mucho al licenciado, en él tenía mis esperanzas, iba el Oaxaquita, porque así me decía el licenciado Colosio, iba a tener un amigo presidente de la república”, “era mi esperanza de un empleo”, “pero esa tarde no nada más mataron a Luis Donaldo Colosio, también mataron mi esperanza”.
Entrevistar es fácil, pero también difícil cuando el personaje es una persona humilde, que trae los sentimientos a flor de piel, como si su historia hubiera ocurrido ayer, no es fácil ver llorar a un hombre.
“me detuvieron sin decirme el porqué, me dijeron es una orden de presentación, y cuando me trasladaron a México, me llevaron al penal de Almoloya, me torturaron, querían me declarara culpable del segundo disparo, que les dijera que era culpable del complot contra Colosio, nunca acepté”, respondió con su gesto quebrantado por sus padecimientos.
Othón Cortez, fue torturado por órdenes de Chapa Bezanilla, ocasionándole la pérdida de la audición de su oído izquierdo, le fracturaron la pelvis, le dañaron para siempre uno de sus riñones y lesionaron su hígado, lesiones que tuvieron secuelas y que ahora lo mantienen bajo tratamiento médico, con un estado de salud delicado.
¿Qué se siente estar preso en ese tipo de prisiones?
“A mí me metieron en el módulo 20, Yo ya no era Othón, era el preso número 0595, en ese modulo nada más están los de suma alta peligrosidad, Yo era de alta peligrosidad, enseguida de mi celda, el preso 0597 era Raúl Salinas de Gortarí, solo la pared nos dividía y aun así nunca lo vi, nadie ve a nadie en ese espantoso lugar, solo una luz fluorescente las veinticuatro horas, siempre video grabado, vigilado, los malditos perros olfateando, con una comida sí limpia, a base de papa, leche, pan”.
“también, cerca de mí, estaba Joaquín Guzmán Loera, González Calderoni el que asesinó a Norma Corona en Sinaloa, Don Neto Fonseca, entre otros más”, comentó Othón.
¿Quién te defendió?
“Tuve la gran suerte, gracias a mi Padre Celestial, de mandarme a un gran hombre, en ese tiempo joven abogado, el licenciado Héctor Sergio Pérez Vargas, un profesionista integro que no se vendió, Chapa Bezanilla le ofreció miles de dólares para que le ayudara a hundirme, nunca aceptó, recuerda y nos dice: “Yo le dije cuando me visitó y me dijo que él iba a ser mi defensor – Licenciado, no tengo nada de qué avergonzarme, ni Usted se va a avergonzar de mí-, él creyó siempre en mi persona, en mi dicho, otra persona que Dios me envió fue a Raúl González Pérez, visitador de la Comisión de Derechos Humanos, quien fue quien movió para que me certificaran las lesiones de la tortura a la que fui sometido, en ese tiempo todos le tenían miedo al gobierno, era muy poderoso, es más creo que se arriesgaron demasiado para ayudarme, también me llamó el Juez Alejandro Souza Ortiz, para decirme que lo retiraron de mi caso, que él estaba seguro de que era inocente, te va ir bien, Dios te bendiga, recuerdo sus palabras al despedirse, luego el nuevo Juez, el licenciado Jorge Mario Pardo Rebolledo, también fue presionado y amenazado por Pablo Chapa Bezanilla, le exigía me aplicara una sentencia condenatoria de cincuenta años de cárcel, el juez, también un extraordinario hombre justo, como pocos, no se dejó intimidar, fue quien dictó la sentencia absolutoria el mes de agosto, para malestar de los perversos que me implicaron de manera injusta”, relata Othón.
¿Cómo se pasan los días en una cárcel de esa magnitud?
“Hermano Saracho, desde el primer momento en que ingresas, empieza el dolor, que más que cárcel, es un centro psiquiátrico, te drogan todos los días, no sé, en el agua, en la comida, te mantienen drogado, te matan psicológicamente. Siempre aislado, así tratan a los reos de alta peligrosidad, para mí fue un calvario diario, largo, pues no era cualquier caso, era el caso Colosio, con todo en contra, 103 Agentes del Ministerio Público contra solo un defensor, testigos comprados en 30 mil dólares cada uno, todo en contra, en México es difícil acceder a la Justicia cuando eres pobre, difícil la mano de la justicia, pero te digo Saracho, yo nunca perdí la fe en mi Padre Celestial, la biblia se convirtió en mi compañera de reclusión y en mi luz de esperanza”, fue más o menos la descripción de Cortez para explicar una circunstancia de esa naturaleza.
El año y medio que Othón Cortez estuvo en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya, trastornó la vida cotidiana de su familia, sus padres originarios de Oaxaca tuvieron que emigrar a la ciudad de México, así como su esposa Juanita y sus tres pequeños hijos, los “amigos” de partido PRI, en Baja California le dieron la espalda, nadie quería saber nada de Othón, solo y su suerte, abandonado, fue precisamente la suerte quien le ayudó, los hombres de buena voluntad, son ayudados por Dios, igual que le llegó la desgracia, también le llegó la buenaventura, el Juez Jorge Mario Pardo Rebolledo, a pesar de las presiones de una maquinaria poderosa llamada gobierno, no se dejó intimidar, con mucho criterio, apegado a la legalidad y la justicia, absolvió a Othón en el mes de Agosto de 1996.
Segundo Tirador…
Ernesto Zedillo apuraba a su investigador, quería resultados y ya, no importaba a que costo, la urgencia era cerrar de una vez por todas el macabro capitulo, borrar de una vez por todas el asunto, pensaba el presidente que tal vez su sexenio alcanzaría para que los mexicanos olvidaran el asesinato, para esto, Pablo Chapa Bezanilla, inventó la teoría del segundo tirador, de un segundo asesino en pareja que junto con el asesino “confeso” Mario Aburto, fuera acusado para sostener el complot, así lo ejecutó, y el “tonto” útil fue detenidamente escogido, Othón Cortez, fue acusado como el segundo tirador.
La humilde defensa, un simple defensor público federal, de esos que ganan unos veinte mil pesos mensuales, que despreció la oferta de miles de dólares, pudo haber resuelto su vida el abogado, pero la honestidad prevaleció, ofreciendo las pruebas, peritajes en balística, en video, poco a poco fue tumbando la burda acusación penal contra el acusado, fue lo bastante inteligente como para no dejarle otra opción al Juez, que absolver al señor Othón.
Sin embargo, ya con su libertad, de regreso a Tijuana, para Othón ya nada volvió a ser igual, pues el Instituto Federal Electoral, le negaba la expedición y recuperación de su credencial de elector, enfrentó el desprecio de una sociedad empresarial servil al sistema, en más de catorce años no pudo conseguir trabajo, es más, ni feriar un cheque por falta de identificación, la fortaleza del entrevistado la sacaba de su familia, de su esposa que nunca lo abandonó, Juanita se llama.
Othón tuvo que esperar se fuera Zedillo, llegara Fox, para seguir la tortuosa espera por la recuperación de sus derechos políticos, pero que cosas, ¿Cuáles Derechos Políticos?, ni que fuera a ser candidato a algo, simplemente lo que intentaba recuperar era su credencial de elector, recuperar su identidad, doce años y nadie lo escuchaba, Fox concluyó su gobierno sin pena ni gloria, su sucesor Felipe Calderón, también negó le oportunidad de reinserción social, a pesar de ser inocente, pero, tras la lamentable muerte del Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, fue nombrado un connotado panista como titular de la SEGOB, Francisco Blake Mora, quien en una gira por Tijuana fue abordado por Cortez, por fin fue escuchado, en menos de un mes se le entregaba de nuevo su credencial de elector, solo unas pocas semanas más, fallecería en un accidente extraño de aviación, si no hubiera sido por este señor, nuestro entrevistado seguiría “hereje”, sin ningún documento de identificación oficial.
El Libro “Segundo Tirador”…
Al paso de los años, la vida de Othón dentro de su monotonía fue “normalizándose” gradualmente, recuperaba la confianza de vecinos y conocidos, pero a la vez, llamaba la atención y curiosidad de muchas personas que deseaban conocerlo, como lo es Constantino Presa Siordia, economista tijuanense, lo buscó, lo conoció y tras muchas platicas, nació la inquietud de hacer un libro sobre lo que vivió Cortez, antes, durante y después del magnicidio, el libro salió a la luz pública, lo titularon “El Segundo Tirador”, inspirados en la ironía de la infamia, de la injusticia, de un fiscal, corrupto, deshonesto y cobarde, en la teoría fantasiosa y puñetera de Pablo Chapa Bezanilla.
Constantino Presa, fue el autor del libro, en el año 2008, la obra salió a la luz, es un libro de lectura cómoda, entendible con datos y pasajes muy interesantes, como una novela de ficción, que cuenta una realidad de la justicia mexicana, muerte y sangre, de intereses políticos súper poderosos. “Le pregunte varias veces, ¿éstas seguro de que quieres hacer un libro?, siempre respondía que sí, que tenía que conocerse su verdad, el proyecto duró casi dos años”, eran los cuestionamientos del Autor al personaje.
El libro habla, del homicidio de Colosio, pero desde otro punto de vista, desde otro ángulo, de lo que le pasó a él, de lo que le querían hacer a él, que pagara con cárcel un delito que no había cometido, que fuera el chivo expiatorio para cerrar su investigación el gobierno, que a costa de tortura, de violencia, lo incriminaron, sin compasión mínima.
Presa, explica a Imagen Sinaloa, que el libro habla sobre la vida de Othón, la injusticia cometida por el gobierno de Zedillo, como lo implicaron, lo que querían hacer con él, al final de cuentas como lo detuvieron, como lo torturaron, como fue defendido con pasión por un defensor público, que defendió la justicia, que ponderó los valores profesionales y no se dejó amedrentar por las autoridades corruptas de la PGR, logrando su libertad, es una extraordinaria historia que todos deben conocer, pues este hombre fue detenido injustamente, fue torturado, lo mantuvieron preso y hasta la fecha no se le ha puesto en el contexto adecuado en los anales de la historia donde debe estar, no se le reivindicó nunca.
Othón, asegura que hasta la fecha el gobierno federal, no se ha preocupado en ofrecer una disculpa pública para limpiar su nombre, mientras esto no suceda, para la gente siempre será el segundo tirador, cuenta con tristeza en su mirada.
Su vida actual:
Duró algún tiempo en recuperar la confianza en poder salir a la calle, sus ex compañeros de partido le dieron la espalda, dieciocho años sin trabajar, nadie lo empleaba, los estragos de la tortura a que fue sometido por sus captores, empezaba a hacer estragos en su cuerpo, un riñón dañado, la cadera fracturada, lesiones permanentes, lo tienen sometido a constantes entradas al hospital, a tratamientos costosos, por la insuficiencia renal, pero dentro de todo, Othón nunca perdió la esperanza, un amigo le dio hace algunos pocos años la oportunidad de ser vigilante en un parque municipal de Tijuana.
A quien se le conoce como el “segundo tirador” a gracia y obra de Chapa Bezanilla, inicia de nuevo la lucha por ser reivindicado, para que se limpie su nombre, prepara una demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Nueva York, la razón, para sentar precedentes, de que en México debe imperar la Justicia.
“Mi lucha más que personal, es por todos los Othones que existen en las prisiones del país de manera injusta”, puntualizó el entrevistado