“Cuando me humillaron por primera y única vez”
“Mi vida siempre ha sido de esfuerzo y navegando siempre a contra corriente a mí no se me ha dado nunca nada que no me hubiese ganado con trabajo”…
Cuando era niño en bicicleta le vendía los tamales que hacía mi mamá, tiempo después de los doce en adelante en las tardes impermeabilizaba techos de los contratos que le hacían a mi padre, sábados y domingos vendía el periódico El Debate en Castro y Belisario, a los quince era chofer y mandadero del presidente del comité municipal del PRI, que tres años más tarde Felipe Moreno Rosales, sería el Presidente Municipal de Ahome, quien me invitó a mis dieciocho años a ser su chofer y secretario particular.
Para cuando terminó ese trienio y ya sin trabajo, me inscribí en la Facultad de Derecho de la UAS, con recuerdos muy interesantes de aquella universidad de la mezquilla, tenis y playera, sí, la del Che Guevara, dispersa en infraestructura pero al fin mi Alma Mater, la de la lucha, defensa, resistencia y persistencia, en esas épocas conocí a su Director el licenciado Jesús Reyes Cárdenas, persona también en escasez económica por esos entonces, Reyes me ayudó a ser por primera vez proveedor en la UAS Zona Norte, pues con un poco de sacrificio logré comprar una fumigadora y me contrataba para fumigar contra el mosco el edificio de Derecho en aquel remontado y alejado lugar donde se ubicada la UAS, gracias a él, sacaba para los camiones para poder asistir regularmente a clases, a pesar de tener tíos ricos en San Miguel, nunca me obsequiaron una moneda.
Los trabajos los realizaba tres veces al año y aunque no representaba la gran cosa, para mí era una ayuda valiosa, el pago salía en la Vicerrectoría de la Zona Norte, que estaba a cargo de Roberto Espinoza López, los viejos uaseños recordarán que las oficinas estaban por la calle Madero enseguida de Mariscos El Chiraco, el rector era Audómar Ahumada Quintero, a quien también conocí y me conoció, luego terminado su rectorado lo releva el Ingeniero David Moreno Lizárraga, mejor conocido por todos como el “Gordo Moreno”.
El Gordo Moreno, nombra como nuevo Vicerrector en el Norte a Enrique Rangel Ayón, (por cierto muy Ayón), llegó y se acomodó de inmediato en las oficinas de Madero, a mí me dejaron pendiente un pago de la fumigada, aquellos se fueron y se les fue el tiempo no me pagaron, a los días me presenté en esas oficinas pedí audiencia con el “señor” vicerrector y después de un interrogatorio de que quería, que se me ofrecía, me pasaron ante el nuevo jefe de la zona norte, una vez ante él, y delante de varias personas que se encontraban en su privado, me dijo: “Te voy a pagar esa factura contra mi voluntad, quiero que sepas que esto se acabó, en la UAS se acabaron las raterías como éstas”, a mis veintidós años recibí por primera vez el insulto inmerecido de un prepotente y arrogante funcionario, fui lo más prudente que pude, recibí el cheque y no sin antes retirarme le contesté: “muchas gracias, pero quiere decirle que yo no soy ningún ladrón, me parece correcto que se acaben las raterías en la universidad, ojalá Usted sea el ejemplo de honestidad, admiro las personas honestas”, me retiré y ya no supe de Rangel hasta cinco años después.
RUBEN ROCHA MOYA, mi vengador favorito…
Efectivamente el tiempo no perdona, concluyó el periodo rectoral del Gordo Moreno, y tras las elecciones se convierte en Rector el Doctor Rubén Rocha Moya, quien designa como Vicerrector primeramente a Máximo Ramírez Tiznado, quien por cierto contrata mis servicios de mi primera empresa de seguridad privada, me solicitó seis guardias para el control de entradas y salidas de ciudad universitaria en Mochis, algo pasó y fue sustituido por Gerardo Morales Sandoval.
Pero para no perderme, regresando al tema, ya graduado desde hacía algunos años, iniciaba por allá en los años noventa mis primeros pininos en la Federación de Abogados de Sinaloa, acompañaba a los jerarcas del norte Jesús López Leyva, Virgilio Herrera, Joel Godoy; del centro Francisco Javier Uribe Maldonado y Moisés Tapia, ambos de Culiacán, recuerdo a Jorge Aguirre Meza y al Chino Chang de Navolato, de Guasave a Abel Meza, a Gladys Gaxiola la notario Público de Guamúchil, y sin olvidar a los de Mazatlán Nicolás Gutiérrez Medina y Francisco Cervantes López, entre muchos abogados más cuyos nombres ahorita escapan de mi memoria.
El caso es que de raite en un carro nos íbamos a las reuniones de la FAS, a los distintos puntos donde mensualmente sesionaban, para mí era algo nuevo, experiencias y admiración para todos, muy buenos en sus quehaceres todos, los considero mis maestros que me dieron la oportunidad de en los últimos años ser el presidente de la FAS durante tres periodos.
Un día en Mazatlán, en una reunión en conocido restaurant, a media asamblea se interrumpió por el arribo del ex rector, David El Gordo Moreno, quien era acompañado de quienes fueron sus vicerrectores en el norte, centro norte, centro y sur, llegaron pidieron la palabra y solicitaron el apoyo de la entonces poderosa Federación de Abogados de Sinaloa, contra lo que consideraban una persecución política injusta por parte del Rector Rubén Rocha Moya, quien ya había interpuesto sendas denuncias por desfalcos en todas las zonas durante la administración del Gordo Moreno, muchas explicaciones, justificaciones, victimizaciones y palabrería, bla, bla, bla, bla, nos robaron el tiempo y luego de varias horas los jefes dieron por terminada la asamblea.
Antes de concluir los trabajos de ese día, despedimos a los desesperados y angustiados ex funcionarios de la UAS, sin querer queriendo, pedí el uso de la voz, me la concedieron antes de la clausura formal de la asamblea, y como una simple platica, una anécdota les comenté la humillación que me hiciera el que fuera Vicerrector en el Norte a Enrique Rangel Ayón, recuerdo que las lágrimas se me salieron al estar contando mi mala experiencia que viví y del mal trato que me dio Rangel, casi los hice llorar a todos, todavía en ese tiempo podría decirse qué quien esto escribe era pobre, inmediatamente la decisión por mayoría de votos fue mandarlos a la monda, que se rasquen con sus uñas si es que les quedan todavía, dijo el entonces presidente de la FAS.
No pasó mucho tiempo que Enrique Rangel Ayón fuera detenido y encerrado en el penal de Goros, donde pasó algunos meses, tuvo que vender su casa y otras propiedades para pagar lo que se robó, creo que hasta una gasolinera había comprado en Guaymas, Sonora; al igual los otros que fueron vicerrectores, al ver que la cosa iba en serio, se le hincaron a Rocha Moya y también tuvieron que vender sus casas para pagar el botín que se llevaron.
Rocha Moya, sin saber, vengó a mi persona del trato déspota y humillante que recibí por parte de un ladrón que se decía honesto.
Mi vida no ha sido fácil, ha sido de esfuerzo, hoy que aunque no soy rico, pero que tampoco me muero de hambre, siempre me esfuerzo en tratar bien a las personas por más humildes que éstas sean, nunca he humillado absolutamente a nadie, considero que en la vida todo se paga, si haces el mal, te llegara la maldición, si haces el bien te llegará la bendición.
A pesar de esta historia, sigo siendo testigos que muchos funcionarios siguen siendo prepotentes, abusivos, arrogantes y ladrones, jamás volveré en mi vida, bajo ninguna circunstancia soportar ninguna humillación de ningún ladrón de cuello blanco.